Ayuntamiento Casarrubios del Monte
Situada en el límite de las provincias de Madrid y Toledo, se encuentra la villa de Casarrubios del Monte, enclavada en el Camino Real que unía la Corte con Extremadura. A siete leguas de Madrid, por donde transitaban los peregrinos procedentes de la Corte y de la parte nororiental de España hacia tierras extremeñas. Población que deseaban alcanzar para enfilar, definitivamente, el camino que les llevaría al santuario de Guadalupe en tierras extremeñas.
El Camino Real, o columna vertebral de los caminos que unía la Corte con Extremadura, salía de Madrid por el puente de Segovia,
cruzaba Alcorcón, Móstoles y Arroyomolinos, desde donde bajaban a cruzar el rio Guadarrama Una vez, en la margen derecha del rio, se unían las gentes procedentes de Segovia por el camino llamado La calzadilla, o Carrera toledana.
Camino tradicional de Toledo a Segovia desde época Romana, a cuyo borde, y más adelante, se encuentran las ruinas de la villa romana de Materno Cinegio. Estos dos caminos trascurrían unidos hasta separarse una media legua más adelante, continuando, uno, rio abajo y, el otro, en dirección a Casarrubios, adentrándose en tierras del señorío de Casarrubios y, en tiempos, tierras pertenecientes al sexmo segoviano que llevaba su nombre. Pasaba por la aldea de El Álamo, primer núcleo poblado perteneciente a dicho señorío, y llegaba a Casarrubios del Monte, villa cabecera de estas tierras que, tras ostentar la cabecera del sexmo, a finales del S. XVI se convertirían en condado. Pasado esta villa, continuaba a las Ventas de Retamosa, donde se despedía de las tierras del señorío, en dirección a Talavera de la Reina.
A 102 Km. de Segovia, 48 de Toledo, y 45 de Madrid, Casarrubios del Monte es una villa cargada de historia desde su poblamiento por la ciudad del Acueducto, allá por el siglo XII, de la que aún puede verse la tirolesa o rugosidad típicamente segoviana en los zócalos de algunas de sus casas, y hábitos y costumbres como el famoso mercado de ganados existente hasta los años sesenta del siglo pasado, origen de los encierros de toros que datan del siglo XV, junto con otro mercado franco semanal, concedido por los Reyes Católicos en una de las visitas a esta villa realizada el 20 de abril de 1477, dotándole de normas y condiciones especiales.
La villa se encontró enclavada en un cruce de caminos y cercada por un avalla de tierra o adobe hasta el s. XVIII, con cuatro puertas, donde viajeros y caminantes se sentían seguros.
En 1207 Alfonso VIII hace mención a la población como “Casar Rubeus”. En 1331 Alfonso XI hizo merced de ella a su tío y vasallo Alfonso de la Cerda y, dos años después, a la muerte de este, se la entrega a Alfonso Fernández Coronel, quien la posee hasta 1352. Enemistado con el rey, Pedro I, se la quita y entrega a Diego Gómez de Toledo, para sí y sus herederos.
El Almirante Fadrique Enríquez, la llega a poseer al quedar viudo de Mariana de Ayala, descendiente de Diego Gómez de Toledo, y como padre y tutor de su hija Juana Enríquez, esposa de Juan II de Aragón y futura madre de Fernando el Católico.
Debido a pactos entre Castilla y Aragón, la villa pasa a manos de Enrique IV, quien fue cuatro veces señor de Casarrubios, durante cuya posesión, y en cortos periodos de tiempo, en los que estuvo reconciliado con el rey, se la vuelve a ceder a Fadrique Enríquez, quitándosela por última vez en 1467 por desafección a él, ordenando que nunca más volvieran a tomar a Fadrique por señor de ella, y se la entrega a su hermana la infanta Isabel, quien acude a tomar posesión en marzo de ese mismo año, dejando la administración de ella en manos de su ayo y mayordomo don Gonzalo Chacón.
Al año siguiente, en este mismo lugar y de paso para Ocaña, después de las vistas en Guisando, el Rey la proclama Princesa y Heredera al trono de Castilla a su hermana Isabel, según los acuerdos alcanzados, firmados y pregonados tres veces en este mismo lugar el 24 de septiembre de 1468, frente al palacio del rey, de la princesa, y en la plaza pública del pueblo con asistencia de numeroso público y varios testigos de la nobleza. Siendo Casarrubios del Monte la villa en la que la reina Isabel entrara como infanta y saliera como princesa, a la que volvería en repetidas ocasiones a lo largo de su reinado.
Ese mismo año, la princesa hace donación de Casarrubios a D. Gonzalo Chacón, su Mayordomo Mayor, pero, según los acuerdos con su hermano de no poderla ceder a nadie, se la devuelve al rey para que sea él quien se la entregue a Gonzalo Chacón. Al participar este en el enlace de Isabel con Fernando, en contra de los deseos del rey, se la quita y debido a la inestabilidad política de Enrique IV, le llevaron a entregársela a Pedro de Ayala, I conde de Fuensalida, quien la poseerá por un corto periodo de tiempo hasta que Fernando de Aragón se la cede, finalmente, a don Gonzalo Chacón.
La villa va ampliando sus términos en tierras de Segovia, y empieza a poblar varias aldeas que van consolidando el señorío de Casarrubios del Monte, entregado, finalmente, por los RR.CC. a Gonzalo Chacón, confirmándole dueño y señor de la villa y señorío de Casarrubios con sus pueblos y aldeas, de lo que hicieron mayorazgo en 1484. El señorío pasaría por varias generaciones de la familia Chacón hasta convertirse en condado a finales de 1599 por decisión de Felipe III, siendo D. Gonzalo Chacón y Ayala el V señor y el primer conde de Casarrubios.
Durante la pertenencia a Segovia, nuestra villa fue cabecera del sexmo homónimo, cuya administración histórica aún conserva el nombre de “Sexmo de Casarrubios”, pero los distintos acuerdos reales hacen que la villa de Casarrubios del Monte se independice de la administración de Segovia, aun siguiendo con el disfrute de las tierras comunales sexmeras, cuya cabecera pasó a Robledo de Chavela, tras la cual la cabecera fue recayendo en aquellos pueblos donde residiera el sexmero.
Casarrubios del Monte quedaría como cabecera del señorío con los pueblos que fueron creciendo a su alrededor poblados por Gonzalo Chacón como El Álamo, Las Ventas de la Cabeza de Retamosa o Valmojado, y os pueblos de Arroyomolinos y Villamanta que, con el paso del tiempo irían creciendo como pueblo y alcanzaron su independencia como villas en los siglos XVII e, incluso Villamanta en 1629.
A finales del S. XV don Gonzalo Chacó, junto con su villa de Casarrubios del Monte, cree que el poblamiento de Navalcarnero se está haciendo en los baldíos a él pertenecientes y entabla un largo pleito contra la ciudad de Segovia que dura más de 100 años, en los que Navalcarnero iría pasando a depender alternativamente de Segovia o Casarrubios, según se fueron produciendo las sentencias.
Un acontecimiento fortuito acaecido en 1619 convierte a la villa en accidental “capital de España” al permanecer en ella 26 días el rey Felipe III aquejado de una grave enfermedad, durante los cuales recibe a las más altas personalidades de la nobleza y la iglesia, celebrándose en la parroquial los Consejos de Guerra y Estado, desde donde dirigen los destinos de las Españas: Nápoles, Países Bajos, Latino América, Portugal Filipinas…
En la organización administrativa llevada por José Bonaparte entre 1808 y 1814, durante la invasión francesa, Casarrubios del Monte fue designada cabeza de la subprefectura con capital en Toledo en la provincia de Tajo y Alberche, junto con las subprefecturas de Toledo y Ocaña
En el siglo XIX se lleva a cabo la nueva distribución provincial, y nuestra villa, después de pertenecer a la ciudad de Segovia y a la Tierra de Madrid, donde llevaba perteneciendo más de tres siglos, es separada de otros pueblos con los que había convivido históricamente, incluido los de su señorío, con los que había vivido históricamente, y pasa a formar parte de la provincia de Toledo en 1832.
Como la mayoría de los pueblos sus fiestas tienen orígenes religiosos, siendo el gran fervor mariano de sus gentes, lo que les hace festejar cada año su devoción a la Virgen de Gracia, patrona de esta villa, sobre la que existe una leyenda de su traída desde Portugal al convento de San Agustín por los frailes en el siglo XIV, y venerada desde entonces en su capilla, a la que acudían en peregrinación y demanda de intercesiones, gentes de toda la comarca por su fama milagrera, siendo visita obligada de cuantos peregrinos acudían a Guadalupe a su paso por la villa. Sobre ella hay una relación de milagros y casos prodigiosos escritos en 1609. A principios del siglo XVII fue declarada oficialmente patrona de la villa, celebrándose cada año la fiesta en su honor el jueves infraoctavo de la Natividad de Ntra. Sra. extendiéndose al viernes y sábado siguiente e inmediato al 8 de septiembre.
En 1835 se llevó a cabo la exclaustración de los monjes del convento de San Agustín, con la correspondiente incautación de sus bienes que hizo desaparecer el convento y capilla, verdadero símbolo para la villa. Sus escasos ornamentos y objetos religiosos fueron trasladados a la parroquia de Santa María junto con la imagen de la Virgen de Gracia, donde se venera en la actualidad.
Otra festividad mariana celebrada en el pueblo es la que cada 2 de febrero se hace en honor a la Virgen de las Candelas, servida por seis mayordomos portando cetros, quienes después de la solemne misa sacan en procesión la imagen de la Virgen, seguida de un carro de roscas de pan con anís cubierto de banderitas que los mayordomos reparten entre familiares y amigos. Después de mucho tiempo sin celebrarse, ha sido rescatada la festividad a la Virgen del Carmen. Una festividad muy arraigada en el pueblo era la de la Virgen del Rosario, celebrada en la antigüedad con grandes luminarias por las calles del pueblo el día de su víspera, en la que se quemaban muebles y trastos viejos, y los cestos inservibles después de la vendimia, sacando en procesión la imagen de la Virgen entronizada el día de su fiesta.
A las festividades marianas se suman otras dos fiestas en el mes de mayo, la del Cristo de la Humildad, celebrada por su Hermandad desde los tiempos en que la imagen se encontraba en la iglesia de San Andrés, y la de San Isidro, patrono de los labradores y proveniente del siglo XVII. Cuando su cuerpo momificado fue traído desde Madrid a Casarrubios en 1619.
San Andrés es el otro patrón de la villa, a cuya advocación se levantó la primera iglesia a extramuros que, como en la mayoría de los pueblos, se ubicó en terreno elevado a tiro de piedra de las primeras casas fundacionales. En ella se llevaban a cabo todos los actos concejiles y sociales del municipio hasta su destrucción en el siglo XIX.
De los dos conventos que llegaron a existir en el pueblo, hoy solo queda el monasterio cisterciense de la Santa Cruz, cercano al palacio de los Señores de Casarrubios. Regentado por una veintena de monjas, al que el peregrino a Guadalupe, y demás visitantes, podrán acudir a misa diaria a primeras horas de la mañana y, bordeando la iglesia, se accede a la clausura, donde se pueden adquirir sus deliciosos dulces.
El de frailes agustinos, mencionado anteriormente, mandado levantar al lado de la iglesia de San Andrés por el matrimonio formado por don Diego Gómez de Toledo e Inés de Ayala, como lugar para su enterramiento, y ocupado hoy día por el colegio público.
En el mismo Camino Real, a la entrada desde Madrid, se encuentra la ermita de San Sebastián, en cuyos jardines el viajero que venga por los caminos de El Álamo o Navalcarnero, podrá descansar de su recorrido a los pies del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, y junto al erigido a San Juan de Dios, hijo de esta villa, así reconocido por los más viejos del lugar en las Relaciones de Felipe II de 1576, mucho antes de ser mundialmente conocido. La ermita en la parte norte de la población era pareja a otra existente y en el camino que conduce a Guadalupe dedicada a San Antón.
Debido al gran número de gentes que pasaban por la villa, Casarrubios del Monte se adaptó perfectamente al flujo de viajeros, llegando a contar con una infraestructura para dar servicio a cuantos transitaban por el Camino Real y, por ende, a los peregrinos a Guadalupe en tiempos de las grandes peregrinaciones, como a los procedentes de las tierras de Segovia y gentes de Villamanta llegaban a la villa por el camino de Tirabuy. Como villa cerrada, daba protección y cobijo a cualquier viajero que, después de largas jornadas, recalaban en ella, encontrando en los diversos bodegones, mesones y posadas, alimentos y un lugar donde pasar la noche.
El hospital del Corpus Christi, propiedad de la hermandad del Santísimo Sacramento, suponía un hito para los peregrinos en su camino hacia Guadalupe, en el podían curar sus heridas y recibir atención médica antes de continuar su viaje, siendo su otro jalón el monasterio agustino donde se postraban a los pies de la famosa y milagrosa imagen de la Virgen de Gracia. Acabada la visita, los peregrinos tomaban la calle del Arenal y el llamado camino de Guadalupe, que formaban parte del Camino Real, y les llevaba hasta el pueblo de Las Ventas de Retamosa, a una legua de distancia, y último pueblo perteneciente al Señorío de Casarrubios.
La villa de Casarrubios del Monte, originaria del S. XII, aún guarda restos de su rancio pasado histórico que, peregrinos, viajeros y turistas, pueden visitar dando un tranquilo paseo por sus calles, en las que podrán apreciar algunos monumentos histórico-artísticos acompañado de esta guía.